El corte y la cuestión moral
- Andrea Gandolfo

- 15 oct 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 27 oct 2020
Cada decisión en nuestra vida es un acto que lleva siempre en sí una fuerte carga moral. Lindsay Anderson afirmaba que esta moralidad en el cine es la profunda honestidad del artista hacia su material, y esa misma idea se podría aplicar al montaje.

Cuando Godard hablaba de la moralidad del travelling, obviamente se refería al cine como lenguaje. Pero yo prefiero aferrarme a la idea de moralidad cinematográfica que expresaba un gran director británico, lastimosamente poco conocido, Lindsay Anderson.
Anderson afirmaba que la moralidad en el cine es la profunda honestidad del artista hacia su material, sea eso el guión, los materiales filmados o el editado. Para él, un director moral es quien filma solo los planos que necesita, ni uno más ni uno menos, esto tendría que ser su mayor logro como artista y como profesional.
Esa misma idea se podría aplicar al montaje, así que el grande editor sería quien utiliza solo los planos necesarios, ni uno más ni uno menos… y, diría yo, en la secuencia correcta y con la justa duración (recordamos lo que Walter Murch escribe en el capitulo “Mas con menos” de su libro “En un parpadeo”). De esta forma cada corte se vuelve una cuestión moral, una decisión que va mas allá de la construcción rítmico-emocional-narrariva de la obra.
En realidad, cada decisión en nuestra vida es un acto que lleva siempre en sí una fuerte carga moral, porque trae sus fundamentos de nuestra visión y nuestra interpretación del mundo. El editor toma continuamente decisiones absolutas y trascendentes sobre la vida del film, de los personajes y de la historia. Cortar o no cortar? Se queda o no se queda? Y esto… por 24 veces al segundo.
Cada corte de un film muestra sin piedad si el editor entendía la obra que estaba realizando, si respiraba con ella, y si nosotros como espectadores, la estamos percibiendo en su verdad más íntima y compleja, en su realización más completa. Las obras maestras de la humanidad, en su apariencia de artificio, revelan las verdades más profundas de la cosas, no son simulacros de éstas. Las grandes películas son las que logran desarrollar todas las potencialidades de los materiales brutos, las que revelan la obra en sí misma, sin filtros, sin la falsedad de una realización que quedó en la mitad.
El editor tiene en sus manos está enorme responsabilidad, la de percibir y entender la obra que está dentro de los materiales y finalmente revelarla a nosotros. Como Michelangelo, el editor tiene el deber de sacar a la luz el film puro a través de una serie de decisiones que son esencialmente de carácter moral.
TRAILER SQUILLO-KUBRICK 02
Era el 1999, mi primer año en la escuela de cine. Examen final del curso de montaje. El profesor nos pide editar el trailer de una película. Para que la tarea sea mas desafiante, decido elegir la peor película que vi en mi vida, “Squillo”, y usar conceptos y estéticas de uno de los más grandes autores del cine, Stanley Kubrick. De esta forma, a través del montaje, mi idea era mezclar lo más alto con lo más bajo.
El resultado fueron tres trailers. Este es el segundo.



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